(recuérdenme no volver a cumplir un lunes.....)

Simply me...
El ser humano (curioso por naturaleza), en su afán por comprender todas las situaciones que se presentan a su alrededor y por lograr alcanzar algún día la verdad absoluta (me disculpan los escépticos ante tal generalización), ha acudido con mucha frecuencia a su mejor creación: la ciencia, pero bien sabemos que ésta, por más precisa que sea, siempre se verá limitada ante preguntas como: ¿Realmente existe Dios? ¿Cuál es nuestro origen? ¿Qué hay después de la muerte? ¿Es cierto que reencarnamos en otra persona? Y un sin fin de interrogantes más de las cuales tomaré como centro de este post la siguiente: ¿Existe el destino? El enunciado es claro, más la respuesta aun no, y tal vez no llegue a saberse con certeza precisamente debido a que el tema que se intenta abordar es bastante espiritual, lo cual quiere decir que no hay aplicación práctica y palpable que sea capaz de comprobar una teoría u otra. Por lo tanto, se presentan muchos obstáculos a la hora de resolver este problema. Así que propongo que nos planteemos el reto de intentar llegar a una conclusión relativamente clara con base en algunos acontecimientos interesantes y en las creencias (y no creencias) de muchas personas.
Seeehh, este escrito es medio formaloso...
Luu recomienda: Grace - Apocalyptica
¿Por qué recordar?
Porque las cosas buenas y malas son las que hacen que la vida sea única, y tanto una como la otra merecen ocupar un espacio en tu memoria.
Al recordar las cosas buenas revives momentos de júbilo, los cuales te dan ánimos de seguir adelante porque te das cuenta de que sabes sonreír a pesar de limitarte a hacerlo solo unas pocas veces. Al recordar esos momentos bonitos verás que, aunque te niegues, terminarás sonriendo una vez más.
También están las cosas malas. Es curioso, pero a veces esos mismos momentos oscuros te ayudan enormemente a crecer como persona porque gracias a ellos aprendes de tus errores para tratar de no volver a cometerlos, y por eso son muy valiosos. Se sabe que siempre podrás superar un mal momento, pero nunca podrás olvidarlo precisamente porque pertenecen a esa clase de experiencias que nunca faltan pero que te hacen reflexionar y crecer.
¿Vale la pena el esfuerzo?
No…
Entonces, ¿por qué hacerlo?
Porque sino serás nadie.
Pero si ya soy nadie.
Buen punto.
¿Todos somos nadie?
Efectivamente.
Insignificantes.
Poco importantes, sí.
¿Para qué existimos?
Como relleno.
¿Relleno?
Superfluo.
¿Inútil?
Quizás.
Bien, ¿De qué?
De un conjunto.
Y, ese conjunto, ¿nos necesita?
No…
¿Y para qué estamos en él?
De relleno.
Inútil…
Quizás.
No entiendo.
No hay nada que entender.
Me voy, no tengo tiempo para estos juegos.
¿Tiempo?
Sí, tiempo.
¿Qué tiempo?
Mi tiempo.
¿Es tuyo?
Pues sí.
¿Cómo es tuyo lo invisible?
Impalpable.
Inaudible.
No sé, pero lo pierdo.
¿Cómo se pierde lo invisible?
Inodoro.
Insípido.
¿Existe el tiempo?
Esse est metiri.
¿Cuándo llegaré a ser alguien?
Nunca…
¿Por qué?
Porque eres nadie.
Entonces, ¿cuál es mi misión aquí?
El tiempo lo dirá.
Me has dicho que el tiempo no existe.
Esse est metiri.
Me confundes.
No lo intento.
Entonces sí existe.
Efectivamente.
¿Y cómo es?
Infinito.
Y, ¿qué hay de mí?
Eres nadie.
Gracias.
No hay de qué, todos lo somos.
¿Por qué lo dices?
Porque es así.
No lo creo, por algo estamos aquí.
Sí, de relleno.
¿Nada relevante?
Quizás.
¿Lo ves?
¿Dónde?
Tengo razón.
¿Sobre qué?
Sobre todo, lo acabas de decir.
No he dicho nada.
¿Para qué existimos?
Para destruir.
¿Destruir?
Destruir.
Y, ¿por qué?
Porque así lo hemos querido.
Sigo sin entender.
No lo intentes.
Esta conversación no tiene sentido.
¿Cuál conversación?
Esta.
¿Con quién hablas?
Contigo.
No escucho.
¿Destruir?
Destruir.
¿Destruir qué?
A nosotros mismos.
¿Cómo?
Con nuestros actos.
¿Destruir qué?
A los demás.
¿Cómo?
Con nuestras palabras.
¿Somos malos?
Somos nadie.
¿Y los demás?
También.
Así que destruimos…
¿Qué te intriga tanto?
Tú y yo.
¿Nosotros?
Sí, ¿por qué te sorprende?
Ahora no entiendo.
Ni lo intentes.
Claro, seguiré mis propios consejos.
Es tu decisión.
Imposible.
¿Qué?
Que lo sea.
¿Por qué?
Porque estamos privados de ese derecho.
¿Y quién lo dice?
El destino…
El destino no existe.
Tan incrédulo. Me decepcionas.
Nadie nos controla.
Falso.
¿Falso? ¿Y quién lo dice?
Dios.
Dios no existe.
Me decepcionas. Tan incrédulo.
No me confundas. Ya me cansé.
¿De qué?
De seguirte el juego.
Yo no estoy jugando.
Yo tampoco.
¿Entonces?
No lo sé. Sólo quiero ser alguien.
Ni lo intentes.
Sólo quiero aprender.
Ni lo intentes.
Sólo quiero lograr algo importante.
Ni lo intentes.
¿Por qué?
Porque todo lo que hagas será inevitablemente destruido en un efímero segundo.
¿Y quién lo dice?
El destino.
Así que seguiré siendo…
Nadie, como todos.
¡Ahora no quiero lograr nada!
En ese caso, vivirás sumido eternamente en el fracaso.
¿Eternamente?
Eternamente.
¿Y si intento lograr algo?
Da igual.
Entonces, ¿Vale la pena el esfuerzo?Luu recomienda: The Glass Prison - Dream Theater